SIERRA DE ALBARRACIN
Hay rincones, aún, que parecen estar aguardando la llegada del visitante. Se da una amistosa confabulación gracias a la cual, una y otra vez, y siempre como si fuese la primera, tierras, cosas, gentes, parecen disponerse para atender como se debe al recién llegado. Y a la inversa, cruza el ánimo del viajero la confirmación de algo presentido y la euforia del descubrimiento como si, aún a sabiendas del absurdo, fuera él, y no otros antes, el primero en descubrir…